El estigma del financiamiento privado: cosa del pasado

Durante años el financiamiento de la cultura ha sido uno de los puntos más sensibles a la hora de llevar a cabo proyectos artísticos. Existe en el ambiente temor a salir a buscar el dinero, a golpear puertas de empresas que podrían proporcionar esos anhelados fondos. A la vez, la dependencia financiera que se crea a través del Fondart desincentiva a los propios artistas a salir del alero del Estado a la hora de buscar recursos.

Existe la percepción de que el salir a buscar esos recursos al sector privado es sinónimo de “venderse al sistema”, de dejar de lado la libertad creativa a cambio del dinero que este sector puede proporcionar. Tácitamente se establece un nexo entre el artista y la empresa privada con una clara connotación negativa.

TISA no está a la espera de ningún Fondart. Nuestro proyecto se alinea con una nueva visión frente a la cultura y su financiamiento que no depende de la venia del Estado. Creemos firmemente que la libertad artística no se tranza por dinero y que espectáculos culturales como los que llevaremos al país son, a la vez, de gran interés para el sector privado en su afán de diferenciarse de la competencia

Las palabras del Ministro de Cultura Luciano Cruz-Coke a El Mercurio el pasado domingo 27 de marzo van en esta misma dirección. En la entrevista el personero de gobierno señala que lo que ha buscado es “ligar la cultura con la economía (…) En la medida en que las personas sientan que en la cultura pueden encontrar oportunidades de negocio, me parece un buen signo”. Esta declaración no significa negociar la Cultura, sino obtener beneficios para ambas partes, artista y empresario, en cuanto ambos se necesitan en un ambiente extremadamente competitivo.

Los lineamientos del ministro Cruz-Coke son claros: ampliar las fuentes de financiamiento privado, sensibilizar a quienes no valoran la cultura y despolitizar el ambiente. En este sentido comenta “La idea es flexibilizar la norma y ampliar a los beneficiarios y a los donantes”, agregando que también se debe “permear a grupos que no le asignan a la cultura el valor social que tiene”, proveyendo herramientas de gestión cultural que faciliten y hagan atractivo el involucramiento de la empresa privada y así facilitar la obtención de fuentes de financiamiento.

Nuestra visión de la Industria Cultural en Chile no puede estar más en línea con esta nueva manera de interpretar el negocio cultural (sí, el negocio). Para Alejandro Pinto, director de Arteamérica, holding cultural detrás de TISA, las palabras del ministro se pueden interpretar como un acierto. Para Pinto “la cultura de un país no es un gasto, es una inversión, por lo tanto debe considerar un mercado que consuma, una industria que sujete los procesos y los vitalice con recursos, no solamente con fondos asignados”.

La autoridad de Gobierno señala también que “falta incorporar personas naturales o sin contabilidad completa, empresas pequeñas y medianas” que puedan aportar con capital al desarrollo cultural, a lo cual el director de Arteamérica agrega que “se requiere incorporar activamente a la empresa privada, otorgándoles beneficios tributarios que les permita poner fondos (…) dejar el asistencialismo y convertir a la actividad artística en motor de progreso”.

En este nuevo escenario que pretende impulsar el Gobierno, TISA se posiciona como pionera en este nuevo enfoque en el que Estado, empresa privada, artistas y público tienen frente a si una oportunidad única de crecimiento económico, político y social.

PROYECTO TISA